lunes, 24 de noviembre de 2014

Suárez Andrea, Crónica sobre un personaje


“Así son las aventuras que gracias al arte se viven”: Julio Montero

Por: Andrea Suárez

Julio Montero Morales,  fotografía en pintura la realidad. Con su estilo aventurero cautiva a todos lo que lo rodean. Un venezolano de 21 años que ya es ejemplo artístico para muchos, está en Santa Marta.

Frente a frente, el bohemio con su mirada color miel vuelve a ver el brillante atardecer que lo ilumina y continua dando pinceladas sin mesura en el cuadro que pinta con especial concentración y detalle.

Sobre su liso, café y abundante cabello luce un gorro bohemio, con  bermuda y sandalias  marrones y una camisa beige, sentado en el mismo banco desde la mañana, está Julio pintando los paisajes y escenarios que le regala la Bahía más linda de América. 

A parte de analizar el paisaje, observa con especial cuidado una riña que comienza entre dos pescadores afros en la orilla de la playa, sus pieles acaloradas  resplandecen y brillan ante los rayos del sol, de ellos lo único que se ve desde varios metros eran sus blancos dientes.  Así tal cual como lo veían sus ojos, Julio lo pinta, y fue el cuadro que no se alcanzó a secar cuando ya tenía comprador.

“Esas situaciones que alteran el orden o el esquema en que vivimos son las que enriquecen día a día mi arte. Qué aburrido sería siempre ver lo mismo,” expresa Julio mientras sus manos son movidas por su imaginación artística  para pintar como nadie lo ha hecho, el  Morro de Santa Marta. 

Julio Montero Morales, con 21 años, es graduado en artes plásticas con especialización en artes gráficas, estudiante de arquitectura en la Universidad Politécnico Santiago Mariño, en Maracaibo, pero para saborear las aventuras y experiencias que le ofrece la vida con cada destello de luz, sin pensar en los afanes diarios, ni muchos menos en el tiempo y para tener algo que contarles a sus hijos, suspendió su carrera temporalmente.

En su país, el que se identifica con una bandera similar a la de Colombia,  pero con ocho estrellas en la franja azul, se ha vuelto casi imposible trabajar. Entre los dominantes y la oposición se disputa el gobierno de Venezuela, la crítica situación en que se encuentra el sistema económico, social y político afecta directamente a aquellas personas que tienen ideas diferentes a las impuestas por el poder, está vetada la libertad de expresión y es esta una característica esencial del arte y de los artistas como Julio.

Decidió dejar atrás ese escenario de su país. Y, en Santa Marta encuentra cada día detalles sociales y culturales espaciales que lo cautivan y lo llenan de argumentos para crecer  y vivir por el arte.

Frente a los ojos de Julio, sucedió otro percance, esta vez entre dos niños por un balón, cada uno con el cabello rizado y esponjado. Este “teatro” fue plasmado de la manera más creativa que se puede imaginar. Entre tonos naranjas, amarillos y azules, dibuja el atardecer y como enfoque central se ven tres círculos del mismo tamaño, dos ellos, tenían bordes en forma de nubes que tomaban la forma de los cabellos y el círculo del medio era el balón el cual es tocado por cuatro manos, dos de un lado y dos por el otro.

Tal escena fue planeada al igual que todas las que siguieron.  Los vendedores, artesanos y artistas que también trabajan alrededor de la Bahía se habían  sensibilizado frente a la capacidad artística de Julio para detallar lo bello y fotografiar, en pintura, la realidad.

Y así fue, al colocar el cuadro frente a los ojos y luego bajarlo para ver lo que había detrás de él, se visualizaba lo mismo. Los ángulos del cuadro concordaban exactamente con los del paisaje real.

Julio, el bohemio, el aventurero encuentra arte en lo insignificante. Con sus pinceladas y filosofía de vida cautiva y asombra a todo el que lo escucha hablar, en el trasfondo de sus palabras siempre es fácil identificar el arte que lo apasiona.

“Nosotros los artistas le vendemos el mundo que las personas se niegan a sí mismas.” Mostrar lo bello que las personas no conocen es una capacidad que Julio ha ido enriqueciendo a través de su inmersión en las diferentes culturas, artes y tradiciones del mundo.

De noche, ya para terminar el día, el bohemio recorre un nuevo cuadro con pinceladas en tonalidades azules, sube y baja su detallada y profunda mirada moldeando la real armonía de luces que cautivan y adornan la Bahía más linda de América.

Espera el nuevo día con pincel en mano, imaginación de teatro y creatividad artística, pues es de lo único que está seguro. “De mañana no sé qué decirte, quizás y no esté por aquí, quizás y este haciendo arte con  el Castillo San Felipe de Barajas en Cartagena, no sé. Así son las aventuras que gracias al arte se viven”.

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