De Santa Marta para el mundo
Una
noche mágica en la perla de Colombia
Por: Jairo Musso
“Guardo mil canciones en un cofre de papel,
amores que no vuelven otra vez” Esa fue
la melodía que se escuchó y dio inicio al esplendoroso concierto que llenaría
de orgullo a todos los samarios.
Desde las 5 de la tarde se veían personas
llegando al evento, ansiosos de ver a
Carlos Vives, el cantante de Santa Marta con más trascendencia musical en nuestra
historia, un embajador cultural en todo Latinoamérica y reconocido por su
espectacular carrera artística como actor, cantante y autor.
Cuenta muy emocionada la estudiante de 19
años de edad Madel Cuza que a las 8 de la noche ya había miles de personas
adornando la playa de los cocos, eufóricos y alegres como se les caracteriza a
los costeños, sin dejar de lado a los desordenados que atraerían problemas en
la entrada que tarde o temprano iba a terminar en un caos.
Empezaron las presentaciones, todo el público
a la expectativa, Madel y sus amigas estaban bailando, cantando, gozando pero
guardando fuerzas para el evento principal. Cada vez más lleno, no paraba de
llegar gente, era impresionante, parecía que toda la ciudad estuviera presente
en ese pequeño espacio, cuando de repente, un silencio en la tarima se toma
toda la atención, ya todos lo veían venir.
Baja un grande corazón rojo, las luces
ayudando al impacto que causaba este show, las personas con sólo ver el corazón
ya gritaban con locura, ya sabían que estaba dando inicio al tan esperado
concierto de Carlos Vives y su gira con su nuevo álbum musical “Corazón Profundo”. Cuando
de repente del interior del corazón sale el artista, ‘el gallito Ramírez’,
‘Escalona’, como muchos en una época así lo distinguían. Por fin estab presente
y todos los veían. De aquel silencio no quedaba nada, las personas que habían
entrado con boleta general en medio de la emoción se volaron las vallas, las
tumbaron, no habían control de seguridad que los detuviera, ellos querían verlo
más de cerca.
Inicia con la canción llamada “mil canciones”.
Describe Madel que simultáneamente con la canción los policías aún corrían
detrás de los infractores que a final se saldrían con la suya y estarían todos
reunidos en el mismo sitio sin divisiones de platino, vip o general.
Todos cantaban sus canciones a tono alto y
con orgullo, ni qué decir cuando continuó con “El mar de sus ojos”. En la
tarima Carlos era el rey, allá abajo se veía toda una ciudad amándolo como tal,
mujeres llorando, sentimientos fuertes provocados por la emoción y las
grandiosas letras que llevan sus canciones.
Para cerrar con broche de oro y desatar ya
por último toda la euforia y las últimas fuerzas de la cansada pero insaciable
gente, se escuchó esa canción que es como un lema en Santa Marta “Pitán,
pitán”. Las personas desbordadas de locura, amor propio, amor por el Unión
Magdalena, amor por la ciudad que ya casi no se veía, saltaban, casi agonizando
pero con alegría, las mayorías empapadas de sudor, con dolores en las piernas
pero felices. Ya el concierto iba a terminar.
“Corazón Profundo” llegó a su final. La multitud
inundaba las calles caminando y todos hablando de lo espectacular que fue; no
hubo quejas, se olvidaron los problemas que en esos días agobiaban la ciudad.
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