jueves, 20 de noviembre de 2014

Martínez Adalberto, Crónica sobre partido de fútbol, concierto o tarde en un hospital

Volviendo a nacer de la mano de Carlos Vives

La perla recibe a su hijo entre un mar de aplausos

Después de varios años sin lanzar un nuevo disco y sin presentarse en la localidad, vuelve el hijo dorado de Santa Marta con una nueva producción llena de sentimiento que puso a vibrar a la comunidad samaria.

Por: Adalberto Martínez

El día empezó algo nublado, nadie sabía la hora exacta para el ingreso a la playa ‘los cocos’; lugar que alojaría a más de mil quinientos samarios. La mayoría de personas que tenían la boleta platino sabían que su hora de entrada definía la cercanía a la tarima, motivo por el cual se veían grupos de personas en la playa desde temprano, pendientes a cualquier movimiento en falso que dieran los encargados de las entradas.

El sol apareció de la nada, su llegada fue un alivio para los organizadores, quienes de seguro pensaban en lo engorroso que sería tener a los espectadores alrededor de tres horas bajo la lluvia. Mientras la tarde avanzaba y se hacia la prueba de sonido, los fanáticos podían sentir esa electricidad que se siente en el aire cuando se sabe que algo grande viene en camino.

El atardecer del sábado 27 de septiembre fue como de película, mientras terminaban de dar los últimos arreglos a la tarima y su puesta en escena (luces, escenografía, pantallas led.) la música de nuestra tierra sonaba a todo timbal, el sol daba uno de sus espectáculos rutinarios que por falta de tiempo y de inspiración ignoramos. El morado, el rojo y el fucsia se mesclaban en una sola paleta de colores, el sol con un tono anaranjado resaltaba en su lugar e iluminaba el horizonte del mar.

Finalmente a eso de las seis y cuarenta comienzan a dar señales de que abran las barandas, las personas comienzan a acumularse y desesperarse por el arrume en el que se encuentran, luego de veinte minutos de estar esperando en la entrada, los vigilantes dan paso para entrar. Ahí empezó la carrera por los mejores puestos, todos parecían atletas sacados directamente de las olimpiadas.

Las personas no dejan de ingresar, el lugar empieza verse lleno a eso de las ocho y media. Las personas con apartamento en la playa de ‘los cocos’, tienen un palco privado donde podían disfrutar el espectáculo sin molestia alguna.

Camila Orozco, es una joven estudiante de la institución educativa distrital Jesús Espeleta Fajardo, ella al igual que muchos samarios obtuvieron la boleta  general que regalaron las distintas entidades educativas y gubernamentales, Orozco en compañía de su madre y sus dos hermanos, tuvieron la oportunidad de disfrutar este espectacular evento.

‘El Freaky’ hizo su aparición en el escenario para entretener al público samario mientras venia el plato fuerte, sus ritmos aborígenes mezclados con electrónica hicieron del rato una fiesta psicodélica al mejor estilo Bomba Estéreo.

La agrupación ‘La Original’ llega al escenario a eso de las nueve y veinte, de manera folclórica nos recuerda nuestros orígenes en la cultura africana, con tambores e instrumentos tradicionales.

Las luces se apagan y se enciende un video-beam, una pequeña muestra audiovisual capta la atención del público, los indios arhuacos son los protagonistas de esta corta historia de la mano de Carlos Vives.

Un corazón gigante se ilumina en la mitad del escenario, Vives hace su entrada triunfal, el público se desespera, los gritos no cesaban, la euforia se hace presente, a medida que se iban calmando entonaban la letra de -mil canciones- y se ponían en disposición.

El tiempo se hacía infinito, a medida que la noche avanzaba, las emociones parecían una montaña rusa, al ritmo de la -tierra del olvido- los samarios dejaron de ser individuos, para convertirse en un solo corazón latiendo por un mismo sentimiento, esa sensación melancólica que trae pensar en Santa Marta, en la belleza de sus playa y el entusiasmo de su gente. Características que solo Carlos Vives sabe imprimir perfectamente en sus canciones.

La noche fue larga y placentera, llena de risas, llanto y baile. Los samarios no se querían despedir de Carlos Vives y toda su comitiva, entre esos Chocquibtown, quienes cantaron junto al hijo dorado de Santa Marta –El mar de sus ojos-.

Finalizando la noche suena el himno del Unión Magdalena, -Pitan,pitan-, puso a todos los asistentes a brincar y cantar con una lagrima en el ojo. Los fuegos artificiales dieron por clausurada la gira ‘Más corazón profundo’ y Vives se despidió con una sonrisa en su rostro y una lagrima en su mejilla.

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