“La vida siempre es injusta”
Nubia Frutos, entre La Fantástica y La Perla
Nubia Frutos, entre La Fantástica y La Perla
Por: Adalberto Martínez
Su trabajo de masajista y peinadora turística, la ha
llevado
a dividir su tiempo entre dos ciudades históricas del Caribe
colombiano, “Cartagena y Santa Marta, son dos lugares
bellísimos, pero es más tranquilo vivir en la samaria y más
productivo trabajar en Boca Grande”
a dividir su tiempo entre dos ciudades históricas del Caribe
colombiano, “Cartagena y Santa Marta, son dos lugares
bellísimos, pero es más tranquilo vivir en la samaria y más
productivo trabajar en Boca Grande”
El 24 de septiembre 1977 nació Nubia Frutos Cervantes, en
el hospital San Juan de Dios de la ciudad de Cartagena. Los médicos no vieron
ningún inconveniente físico con la recién nacida, tenía un peso normal y
entonces aparentemente se había formado bien, pero los parteros no se
percataron de unas pequeñas curvaturas en sus pies “eso se suponía que era
normal para un recién nacido, por eso no hicieron nada, si no hasta los cuatro
años cuando ya vieron que el problema era más grave” dice Nubia.
Espina bífida, es el nombre científico que recibe esta
malformación congénita, que se da en el vientre materno; al momento de no
expandirse de manera correcta el saco donde el feto se desarrolla, provocando
así, malformaciones en diferentes partes del cuerpo, los casos más comunes de
esta enfermedad se ven en los pies, recibiendo popularmente el nombre de ‘pie
de piña’.
La vida para Frutos no ha sido fácil – según cuenta- siempre fue objeto de burlas por parte de sus
compañeros de clase, motivo por el cual dejó la escuela. Desde pequeña le ha
tocado trabajar en el turismo de su ciudad natal, ha vivido todo su vida en su
barrio de nacimiento “la vida en el barrio Nelson Mandela es difícil, muy pocas
veces se respira tranquilidad”, -al igual que el barrio Cristo Rey de Santa
Marta, este es habitado por una gran comunidad Afro-colombiana, la cual en su
mayoría es pobre-.
Desde pequeña, con ayuda de sus primas y tías, aprendió a
hacer masajes para quitar el estrés y trencitas con shakiritas; poco a poco se
convirtió en una experta en su arte; su madre le dio dos opciones, estudias o
trabajas, ella no dudo mucho en elegir trabajar, su madre era consciente de
todo el sufrimiento por el cual pasaba su hija, pero sus recursos no le daban
para realizar una costosísima operación de corrección, prefirió verla trabajar.
Sorprendentemente para Nubia Frutos el amor no se hizo
esperar en su vida “Bien pendeja que fui yo cuando me hablo por primera vez ese
negro” comenta Nubia, un viernes después de un
largo día de trabajo, sus primas la invitaron a salir a una caseta cerca
del barrio. Nubia con pocas ganas y muy cansada, se animó a salir, no mucho
tiempo después de haber llegado al lugar, apareció un muchacho negro, alto,
delgado y de mano fuerte que la invito a bailar, -su única mal formación eran
sus pies, del resto Nubia tiene el típico cuerpo de negra que se respeta y es
muy deseado por los hombres-, “tiempo después de conocernos y tener una
relación el negro ese – nombre que le da Frutos- me dio mi primer hijo a los 16
años ”, Nubia.
La noticia fue controversial para todos en su casa, nadie
se esperaba tan semejante balde de agua fría una tarde después de almuerzo, su
vida desde ahí no fue la misma, se mudó con el ‘negro’ y empezó a tener a su
familia, cinco en total es el número de los hijos de Nubia, ella nunca dejó de
trabajar en las playas de Cartagena, su novio con el cual viva en unión libre,
un día común y corriente no soportó la situación financiera de su casa y
decidió irse a buscar oportunidades de trabajo en otro lugar y nunca regresó.
“No fue fácil entender que no regresaría”, expresa Nubia
Frutos, desde ese momento la vida para ella dio otro giro de 180°, en esos
tiempos inconsolables de la vida, recibió una llamada de una prima que tuvo
suerte y se casó con un bogotano, ‘el cual la saco a vivir a la samaria’, afirmando Nubia que su prima la invitó a
venir a trabajar al Rodadero, que para esa época estaba de temporada por las
Fiestas del Mar, su hijo mayor le dijo que no se preocupara que él se encargaba
de la casa y de sus hermanos, siempre y cuando mandara para la comida de todos.
Nubia abrió un nuevo capítulo en su vida, todo parecía
marchar bien y por primera vez en un mucho tiempo, así era, lo que se ganaba
con el dolor de sus manos alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de su
casa, además de una plática extra que le mandaba su prima por colaborarle con
el aseo y otros deberes de su casa cuando venía a trabajar a Santa Marta.
“Mis clientes siempre suelen terminar satisfechos de los
masajes y muy contentas con sus trencitas”, Comenta Nubia, pero más contenta se
pone Nubia al saber que con cada trencita y con cada masaje, puede mandar plata
a su casa para el mantenimiento de sus hijos y el de su madre; la cual arrendo
su casa para vivir con sus nietos y estar al pie de sus necesidades.
Podemos ver a Frutos
en las playas del Rodadero ofreciendo sus masajes y sus trenzas a todo el que
ve pasar embozando un sonrisa por estar disfrutando del sol, el mar y la arena,
pero aún más feliz vemos a Nubia trabajando con su mirada perdida pensando en
lo hermoso que se vio su hijo mayor graduándose de ingeniero industrial el mes
pasado de la Universidad de Cartagena con honores y una oportunidad de trabajo en
Proleca Ltda.
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