jueves, 20 de noviembre de 2014

Martínez Adalberto, Crónica de El Rodadero

 
“La vida siempre es injusta”

Nubia Frutos, entre La Fantástica y La Perla

Por: Adalberto Martínez

Su trabajo de masajista y peinadora turística, la ha llevado
a dividir su tiempo entre dos ciudades históricas del Caribe
colombiano, “Cartagena y Santa Marta, son dos lugares
bellísimos, pero es más tranquilo vivir en la samaria y más
productivo trabajar en Boca Grande”


El 24 de septiembre 1977 nació Nubia Frutos Cervantes, en el hospital San Juan de Dios de la ciudad de Cartagena. Los médicos no vieron ningún inconveniente físico con la recién nacida, tenía un peso normal y entonces aparentemente se había formado bien, pero los parteros no se percataron de unas pequeñas curvaturas en sus pies “eso se suponía que era normal para un recién nacido, por eso no hicieron nada, si no hasta los cuatro años cuando ya vieron que el problema era más grave” dice Nubia.

Espina bífida, es el nombre científico que recibe esta malformación congénita, que se da en el vientre materno; al momento de no expandirse de manera correcta el saco donde el feto se desarrolla, provocando así, malformaciones en diferentes partes del cuerpo, los casos más comunes de esta enfermedad se ven en los pies, recibiendo popularmente el nombre de ‘pie de piña’.

La vida para Frutos no ha sido fácil – según cuenta-  siempre fue objeto de burlas por parte de sus compañeros de clase, motivo por el cual dejó la escuela. Desde pequeña le ha tocado trabajar en el turismo de su ciudad natal, ha vivido todo su vida en su barrio de nacimiento “la vida en el barrio Nelson Mandela es difícil, muy pocas veces se respira tranquilidad”, -al igual que el barrio Cristo Rey de Santa Marta, este es habitado por una gran comunidad Afro-colombiana, la cual en su mayoría es pobre-.

Desde pequeña, con ayuda de sus primas y tías, aprendió a hacer masajes para quitar el estrés y trencitas con shakiritas; poco a poco se convirtió en una experta en su arte; su madre le dio dos opciones, estudias o trabajas, ella no dudo mucho en elegir trabajar, su madre era consciente de todo el sufrimiento por el cual pasaba su hija, pero sus recursos no le daban para realizar una costosísima operación de corrección, prefirió verla trabajar.

Sorprendentemente para Nubia Frutos el amor no se hizo esperar en su vida “Bien pendeja que fui yo cuando me hablo por primera vez ese negro” comenta Nubia, un viernes después de un  largo día de trabajo, sus primas la invitaron a salir a una caseta cerca del barrio. Nubia con pocas ganas y muy cansada, se animó a salir, no mucho tiempo después de haber llegado al lugar, apareció un muchacho negro, alto, delgado y de mano fuerte que la invito a bailar, -su única mal formación eran sus pies, del resto Nubia tiene el típico cuerpo de negra que se respeta y es muy deseado por los hombres-, “tiempo después de conocernos y tener una relación el negro ese – nombre que le da Frutos- me dio mi primer hijo a los 16 años ”, Nubia.

La noticia fue controversial para todos en su casa, nadie se esperaba tan semejante balde de agua fría una tarde después de almuerzo, su vida desde ahí no fue la misma, se mudó con el ‘negro’ y empezó a tener a su familia, cinco en total es el número de los hijos de Nubia, ella nunca dejó de trabajar en las playas de Cartagena, su novio con el cual viva en unión libre, un día común y corriente no soportó la situación financiera de su casa y decidió irse a buscar oportunidades de trabajo en otro lugar y nunca regresó.    

“No fue fácil entender que no regresaría”, expresa Nubia Frutos, desde ese momento la vida para ella dio otro giro de 180°, en esos tiempos inconsolables de la vida, recibió una llamada de una prima que tuvo suerte y se casó con un bogotano, ‘el cual la saco a vivir a la samaria’,  afirmando Nubia que su prima la invitó a venir a trabajar al Rodadero, que para esa época estaba de temporada por las Fiestas del Mar, su hijo mayor le dijo que no se preocupara que él se encargaba de la casa y de sus hermanos, siempre y cuando mandara para la comida de todos.

Nubia abrió un nuevo capítulo en su vida, todo parecía marchar bien y por primera vez en un mucho tiempo, así era, lo que se ganaba con el dolor de sus manos alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de su casa, además de una plática extra que le mandaba su prima por colaborarle con el aseo y otros deberes de su casa cuando venía a trabajar a Santa Marta.

“Mis clientes siempre suelen terminar satisfechos de los masajes y muy contentas con sus trencitas”, Comenta Nubia, pero más contenta se pone Nubia al saber que con cada trencita y con cada masaje, puede mandar plata a su casa para el mantenimiento de sus hijos y el de su madre; la cual arrendo su casa para vivir con sus nietos y estar al pie de sus necesidades.
Podemos ver a Frutos en las playas del Rodadero ofreciendo sus masajes y sus trenzas a todo el que ve pasar embozando un sonrisa por estar disfrutando del sol, el mar y la arena, pero aún más feliz vemos a Nubia trabajando con su mirada perdida pensando en lo hermoso que se vio su hijo mayor graduándose de ingeniero industrial el mes pasado de la Universidad de Cartagena con honores y una oportunidad de trabajo en Proleca Ltda.

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