Una
fama y un fracaso
Por: Yiseth Jiménez
Gustavo Del Risco ‘El Indio’, ex jugador del Unión Magdalena,
luego de 44 años le dijo adiós a las canchas.
Mientras
la sirena del puerto suena en Santa Marta anunciando las doce del día, los
pensionados del muelle se toman la hora del almuerzo, otros se quedan en las
bancas del parque Bolívar poniéndose al día de las noticias, otros tomándose un
tintico mientras las horas pasan y ‘El Indio’ del Unión Magdalena recorre la
calle 14 y 15 buscando su sustento.
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El marcador de punta Gustavo Del Risco alista las rifas para salir a vender sin importar el sol o la lluvia, haya días buenos o días malos, los ojos le brillan cuando ve jugar fútbol y las ganas de volver a patear una pelota lo llevan a un pasado victorioso. Como un narrador deportivo le da vida a un partido y como si tuviera el don de la resurrección revive el gran día.
Fue aquel 15 de diciembre de 1968 después de haber pasado
invicto las primeras ocho fechas del campeonato, el Unión Magdalena cabalga
vencedor. No solo el Eduardo Santos está repleto, pues el gigantesco árbol de
Bonga del lado norte afuera del estadio estaba cargado de gente es “la casa
donde se juega con el corazón”, expresa el Indio. El Cali entra a la cancha como una tromba y al final del primer
tiempo derrota al Unión Magdalena por dos a cero. Pero la esperanza renace y el
Unión logra el descuento por parte de
Raúl Peñaranda, ahora la lucha es contra el peor enemigo el tiempo. Faltando tres
minutos para el pitazo final el ‘Moncho’ Rodríguez recibe un balón casi en la
mitad del campo, le pega al balón con la pierna derecha, entonces ¡Es gol! y el
Unión es campeón.
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Después de los tiempos gloriosos y más allá del Unión
magdalena el Indio vive su realidad. Tras una cuna de rosca los técnicos no lo
quisieron vender y junto al ‘Ciclón bananero’ las expectativas hacía el futuro
iban en descenso y así como la niebla la
fama se esfumó en un par de años.
Familia Vs cancha
Como un partido de fútbol la ansiedad llegó. La casa se
empieza a llenar como las tribunas pero de hijos, nietos, nueras y yernos, se
escuchan los gritos de los mejores hinchas, la familia, las ganas de ganar
renacen, todos están en posición de juego, listo para dar el salto que anotará
el gol contra el equipo que se rumora ser el invencible, el fracaso. Esta vez
el Indio se jugó el partido de su vida.
Las sombras de un
futuro
Recordado como un gran marcador, el saltador, el Indio,
el conflictivo y decidido, abandonó las canchas a los 29 años, con esperanzas,
sueños, metas y contratos sin firmar, con el rostro hundido entre las manos,
apenas se le alcanza a entender— aquello que pudo ser y no fue — justo cuando trae a memoria la temporada donde ganó una
estrella pero a la vez dejó perder su futuro.
Es Santa Marta donde nacen las estrellas del fútbol
colombiano, donde nació el Indio, ciertamente, no ha existido selección
Colombia sin samarios ni samarios sin fútbol.
Así como le
llegaba el balón al Indio le llegó la vejez, con pocos recuerdos de sus
anécdotas y de su vida, Gustavo Del Risco no olvida cada partido, aquellas
derrotas y esa victoria. Es ahora que está como el roble resistente a la espera de la otra estrella.
ANÁLISIS
Para realizar la crónica se necesitó de una ardua
búsqueda del personaje puesto que es un vendedor de rifas que está en constante
movimiento. Tras la espera insuficiente, opte por buscar fuentes que me dieran
razones de dónde vivía, hasta llegar a su casa y realizar la entrevista.
Durante el encuentro con el Indio, empecé hablando de
fútbol para formar un ambiente de confianza y luego la conversación se fue
tornando agradable, en ese hilo fui tejiendo durante la entrevista descubrí
aspectos fundamentales en el momento, puesto que, al analizar cada gesto,
mirada, cada palabra hasta su propio aspecto fui defiendo la personalidad del
protagonista, arrojando de esta manera información que quizás él ignoraba
decir.
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