Esperanza, amor y pasión invade al Estadio municipal de
Ciénaga
La
obligación de ascender
Por: Yiseth Jiménez
El Club Unión Magdalena S. A. fue fundado el 19 de abril
de 1953, juega actualmente en la segunda división del fútbol colombiano. Con 13
fechas en la segunda fase del torneo Postobon 2014 lleva 9 victorias y 4 empates.
Es nueve de noviembre del 2014. El reloj marca las 3:00
de la tarde. Hacia el sur del municipio
de Ciénaga-Magdalena en el barrio la Alborada, ahí donde
las calles de arena hacen un camino de honor que conduce hasta el
Estadio municipal de Ciénaga. Un público hambriento de victoria espera al
ciclón bananero y el pitazo de Roberto Rodríguez.
El sol brillante acompaña a los hinchas desde la mañana. Los buses repletos de aficionados del
Unión se dirigen hacia Ciénaga. Algunos
descamisados, otros a pie descalzo, desesperados, así como un niño pide comida se estacionan en
la puerta del estadio como reten de policías pidiendo dinero para las entradas.
La caravana de
camionetas, motos, bicicletas y bici-taxis, se estacionan afuera del estadio de
la Alborada, como sinónimo de que en este municipio se sabe gozar, se vive, se
siente y se baila el caimán cienagero, reuniendo así a gente de estratos bajos
y altos de todo el Magdalena.
Rueda la pelota y el Unión Magdalena tiene el dominio. La
plantilla parece perfecta con el número
9, Erwin Carrillo conocido como ‘Alpinito Carrillo’, el goleador del torneo
Postobon, junto a él Óscar Villareal, Oscar Ramos, Ricardo Serna, Jorge Rodelo,
y otras estrellas del Unión
Magdalena.
Las gradas están llenas y los 5mil espectadores están brincan y cantan
con el corazón en la mano, amor por su Unión, “Vos sos mi pasión Unión, vos sos mi pasión
Unión”.
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Así como el sol el marcador sigue quieto frente a la
‘bestia negra’, que es Rionegro, Los Leones. El clima del nueve de noviembre
cambia sorpresivamente y una nube se posa en el Estadio Municipal de Ciénaga.
Con la lluvia llegó el primer gol, al minuto 61 de Diego Valdés que con una
jugada limpia dejó atrás a la defensa
del Unión.
Corre el tiempo y los cienageros gritan: “hijueputas,
hijueputas”. Es el partidazo del año, esperan ganar en casa, esperan subir a la
B. Al minuto 64 Óscar Villareal le da el empate a los bananeros, la tambora
suena con la misma pasión y con el deseo que tienen de ganar, se escucha a una
sola voz: “Unión, Unión, Unión” y Jorge Perea ondea una bandera con más de 10
metros de ancho y de largo, expresando, “es la bandera que anuncia la
victoria”.
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Llegó la derrota y junto a ella la decepción. Ya era el minuto
88 y no quedaban ni 500 personas en el
estadio. El cambio abrupto del marcador calló a la tambora, y enmudeció la boca
de los hinchas, los himnos se quedaron sin letras, la anhelada victoria solo fue una ilusión.
Jorge Perea seguía agitando su gigantesca bandera, esta
vez no de victoria sino de derrota. Al
final del estadio quedó un trapo que decía, “ascender no es un mérito es una
obligación”.
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