jueves, 20 de noviembre de 2014

Jiménez Yiseth, Crónica sobre un partido de fútbol, un concierto o una tarde en un hospital

Esperanza, amor y pasión invade al Estadio municipal de Ciénaga
La obligación de ascender
Por: Yiseth Jiménez

El Club Unión Magdalena S. A. fue fundado el 19 de abril de 1953, juega actualmente en la segunda división del fútbol colombiano. Con 13 fechas en la segunda fase del torneo Postobon 2014 lleva  9 victorias y 4 empates.

Es nueve de noviembre del 2014. El reloj marca las 3:00 de la tarde.  Hacia el sur del municipio de Ciénaga-Magdalena en el barrio la Alborada, ahí  donde  las calles de arena hacen un camino de honor que conduce hasta el Estadio municipal de Ciénaga. Un público hambriento de victoria espera al ciclón bananero y el pitazo de Roberto Rodríguez.

El sol brillante acompaña a los hinchas desde  la mañana. Los buses repletos de aficionados del Unión se dirigen hacia Ciénaga. Algunos  descamisados, otros a pie descalzo, desesperados, así      como un niño pide comida se estacionan en la puerta del estadio como reten de policías pidiendo  dinero para las entradas.

 La caravana de camionetas, motos, bicicletas y bici-taxis, se estacionan afuera del estadio de la Alborada, como sinónimo de que en este municipio se sabe gozar, se vive, se siente y se baila el caimán cienagero, reuniendo así a gente de estratos bajos y altos de todo el Magdalena.

Rueda la pelota y el Unión Magdalena tiene el dominio. La plantilla parece perfecta con el  número 9, Erwin Carrillo conocido como ‘Alpinito Carrillo’, el goleador del torneo Postobon, junto a él Óscar Villareal, Oscar Ramos, Ricardo Serna, Jorge Rodelo, y      otras estrellas del Unión Magdalena.

Las gradas están llenas y  los 5mil espectadores están brincan y cantan con el corazón en la mano, amor por su Unión,  “Vos sos mi pasión Unión, vos sos mi pasión Unión”.
El sonido seco de la tambora hace que la estructura de cemento se estremezca, el sabor del guache acompaña al ciclón bananero. Edgardo Martínez  expresa que “gane o pierda la fiesta va”. No deja duda que es el  guacharaquero  del Unión. Se siente el ambiente de carnaval con  pitos y  cervezas.  Una ola de rojo ardiente  con un azul rey cubre al Estadio Municipal de Ciénaga.

Así como el sol el marcador sigue quieto frente a la ‘bestia negra’, que es Rionegro, Los Leones. El clima del nueve de noviembre cambia sorpresivamente y una nube se posa en el Estadio Municipal de Ciénaga. Con la lluvia llegó el primer gol, al minuto 61 de Diego Valdés que con una jugada limpia  dejó atrás a la defensa del Unión.

Corre el tiempo y los cienageros gritan: “hijueputas, hijueputas”. Es el partidazo del año, esperan ganar en casa, esperan subir a la B. Al minuto 64 Óscar Villareal le da el empate a los bananeros, la tambora suena con la misma pasión y con el deseo que tienen de ganar, se escucha a una sola voz: “Unión, Unión, Unión” y Jorge Perea ondea una bandera con más de 10 metros de ancho y de largo, expresando, “es la bandera que anuncia la victoria”.

Parece que es un empate final. El número 21 levanta las manos agitándolas mira a las tribunas y pide gritos de pasión por el ciclón, pero llegó  el tan odiado minuto 86, Luciano Ospina Anotó el gol de la victoria para Los Leones.

Llegó la derrota y junto a ella la decepción. Ya era el minuto 88 y  no quedaban ni 500 personas en el estadio. El cambio abrupto del marcador calló a la tambora, y enmudeció la boca de los hinchas, los himnos se quedaron sin letras, la  anhelada victoria solo fue una ilusión.

Jorge Perea seguía agitando su gigantesca bandera, esta vez no de victoria sino de derrota.  Al final del estadio quedó un trapo que decía, “ascender no es un mérito es una obligación”.

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