jueves, 27 de noviembre de 2014

Jiménez Alberto, Crónica sobre una calle


Calle 15: alegría y escasez
Un sitio muy particular, ubicado en un paraíso natural.

Por: Alberto José Jiménez Alfaro

Llena de piedras, con árboles en las terrazas de las casas que la componen; también la iglesia; con un inmenso tanque para surtir de agua a los moradores del sector y con una inclinación. Así es la calle 15 del corregimiento de Taganga, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad de Santa Marta.

En esta calle se pueden encontrar casas por doquier, además de hoteles para los turistas nacionales y extranjeros. De igual forma, se encuentra la iglesia principal de Taganga. Sin embargo, el panorama que se puede encontrar allí es bastante precario, puesto que la imagen más común es ver a los residentes de este lugar, llevando y trayendo canecas de agua por la escasez de la misma.


Esta calle se ha convertido debido a la fuerte sequía que atraviesa la ciudad, en el lugar donde los habitantes del centro de Taganga van a abastecerse del preciado líquido para poder cubrir sus necesidades primarias.

Subiendo por la calle, entre piedras, arena y con un suave roce del viento en el rostro, encontramos en la tercera casa a Dalia Deluque, una ama de casa, esposa de un experimentado pescador y habitante de esta calle por muchos años, quien manifiesta que con el paso del tiempo este lugar se ha convertido en el punto central para las personas que necesitan de agua dulce, puesto que hasta allí llegan los carrotanques que les dan a cada familia un tanque, que en la mayoría de los casos es insuficiente para todo lo que se necesita hacer en una casa.

Dalia y su esposo no son las únicas personas a las cuales podemos encontrar aquí. Dentro de sus vecinos está  Abel, un hombre que sobrevivió al ataque de un tiburón a la edad de 17 años cuando pescaba en compañía de sus padres y unos tíos; Hernando, un bombero reconocido en la ciudad por desempeñar una excelente labor en las diferentes emergencias que se presentan, y esto debido a su fuerte capacitación en universidades como la de Texas, USA; Mercedes, una mujer siempre sonriente, madre de cuatro hijos, quien comenta entre risas que el menor de su descendencia en una ocasión se fue a pasar un tiempo de vacaciones donde una tía, y éste al entrar al baño no sabía para qué servía la regadera, dado que siempre se había bañado a punta de ‘totumitas’ de agua.

A pesar de todas las circunstancias y de las necesidades que se viven en este lugar, sus resientes son personas amables, respetuosas, que siempre recibirán a propios y extraños con una sonrisa.

Contando historias, ‘chismoseando’, riéndose de diferentes cosas llevando y trayendo agua. Así transcurre un día en la calle 15, un lugar tranquilo, en el cual la brisa siempre va a permanecer contigo y la alegría de su gente se te contagiará fácilmente.

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