Fe,
angustia, desesperación y lucha
La historia del drama de una
familia, por los quebrantos de salud de un ser querido. Un abuelo, padre y tío
ejemplar. El claro ejemplo del deseo por vivir.
Por: Alberto Jiménez
Álvaro Acosta, un hombre de
56 años y oriundo del municipio de Aracataca, vive días de angustia por
consecuencia del mal estado de salud en el cual se encuentra su padre, Manuel
Salvador Acosta Charris, quien se encuentra recluido en la Clínica El Prado de
la ciudad de Santa Marta, debido a una isquemia cerebral. Su rostro refleja la
impotencia de no poder hacer nada por el hombre que lo educó y siempre infundió
valores para que llegar a ser un hombre de bien, y quien además, desde hace 26
años se convirtió en padre y madre para sus 16 hijos, debido al fallecimiento
de su señora esposa.
Quizás es tiempo de que su
padre descanse o tal vez aún no es el momento, lo cierto es que Álvaro y su
familia guardan esperanzas de que su padre, un adulto mayor de 92 años, pueda
sobreponerse a la adversidad y prontamente esté de vuelta con su familia y
allegados en su amada Aracataca.
Todo comenzó el pasado 11 de
Noviembre, cuando Acosta Charris se encontraba en su casa junto a su nuera,
Liseth Moreno. Estaban dialogando, cuando de repente y para sorpresa de la
mujer, el anciano empezó a manifestar que sentía que la cara se le torcía, no
podía tener control sobre su cuerpo. Fue en ese momento en que Liseth se
dirigió a donde su esposo, para comentarle lo que pasaba con su padre.
Preocupación, tristeza y sorpresa inundaban a sus familiares, pues Manuel
Salvador hacía dos años no presentaba ningún percance de salud. Pero ahí, en
ese momento, justo a las 3:40 p.m. del día en el que Cartagena celebra su
independencia, empezaba el drama no sólo de una familia, sino la de todo un
pueblo, puesto que Manuel es muy querido por todos los que en algún momento
tuvieron la oportunidad de tratar con él.
Comenta Álvaro Acosta con
tristeza, que su progenitor fue llevado con rapidez al hospital de Aracataca.
Sin embargo, allí no se encontraban los implementos para atender la emergencia,
fue entonces cuando recibieron una orden de remisión para el vecino municipio
de Fundación, pero allí les manifestaron que tampoco se encontraban preparados
para brindarle la ayuda necesaria al anciano, por lo cual decidieron traerlo a
Santa Marta, sin saber aún en qué clínica podrían atender al moribundo hombre.
Y contaron con suerte… por fortuna Manuel Acosta fue acogido en la clínica en
la cual hoy permanece batallando en la estrecha línea que separa el mundo de
los vivos y los muertos.
Si es el momento de partir
para su padre, Álvaro reconoce que son muchos los recuerdos que perdurarán en
su mente por el resto de sus días. Pero en especial, quedarán en su retina
todas esas imágenes e historias que quedaban luego de las borracheras de su
padre, un hombre que a pesar de su edad siempre se mostró muy lúcido y capaz de
valerse por sí solo. Si hay algo que lo caracterizó siempre fue su autonomía y
su carácter.
Sin embargo, no sólo Álvaro
teme por lo que le pueda ocurrir a su padre, también toda su familia, sus
amigos y demás personas se encuentran seriamente preocupados por la salud del
longevo, quien podría decirse que fue víctima del fenómeno denominado como
‘Paseo de la muerte’, todo porque la calidad de hospitales a los cuales se
remitieron en primera instancia, es pésima.
Aunque los partes médicos
son desalentadores, Manuel no se da por vencido, y sigue en la lucha por
permanecer al lado de sus seres queridos, para poder compartir y celebrar este
31 de Diciembre que está por venir, no sólo la llegada de un nuevo año para el
calendario, sino también uno más para él. Una perla más que se le puede anexar
a su extenso collar.
No se necesita conocer a
fondo a Álvaro y su familia para darse cuenta el amor que le tienen a Manuel
Salvador, un hombre que toda su vida se la consagró a trabajar por el bienestar
de su hogar, para que todos y cada uno de los miembros de su descendencia,
tuvieran todo lo que él no pudo tener por extrañas e injustas razones de la
vida.
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