Amor
y respeto a la patria
Por: Luisa García Silva
El día en que Luis
Alfredo Santiesteban Pérez presenció su ceremonia de grado en la Escuela de
Policía Rafael Reyes como patrullero, en la ciudad de Bogotá, fue para él
encontrar una forma de ayudar a la comunidad, tener un contacto con ella y
disfrutar de la gratificación que se siente al trabajar para un bien. En compañía de sus padres, doña Carmen Pérez
Arteaga y don Juan Santiesteban Rojas, y de sus compañeros, los cuales tenía su
misma edad, 20 años, y una vida por delante para dedicarla al pueblo
colombiano.
En un pequeño municipio
llamado Güicán, en el departamento de Boyacá, característico por su turismo, su
arquitectura colonial, por sus hermosos paisajes donde el verde esmeralda nos
encandila la vista y su suave olor a hierva nos hace remontar a los tiempos de
la abuela, nació este joven delgado, alto, pecoso y lleno de timidez.
Santiesteban creció en
una finquita llamada ‘casaquemada’ y no tuvo la oportunidad de estudiar una
carrera profesional por sus escasos recursos, como el colombiano promedio, pero
ese mismo colombiano que se esfuerza para sacar adelante a su familia sin
importar cuanto deba esforzarse.
Al ver las faltas de
oportunidades, Luis Alfredo decide entrar a la policía, dejando a un lado, por
un corto plazo, sus ganas de estudiar Psicología, pero en la escuela aprendió
mucho más de lo que creía, conoció a entender a las personas y poder ir a fondo
de los problemas de la sociedad, con el fin de conseguir la seguridad social.
Lleva dos años en Santa Marta,
su riqueza natural y su turismo lo enamora, así mismo lo conquistó una hermosa
samaria que desde el primer momento en que la vio robó su corazón. Esta misma
mujer, que como bien él dice, es el amor de su vida con el que forma, día a
día, una familia. Sin dejar a un lado su labor, Luis dice que Santa Marta es
una ciudad mágica, la cual no se puede quedar en el olvido.
“Los momentos que nunca
se olvidan son los que te marcan como persona, tanto para bien o para mal” así
dice él, quien desde que salió de la Escuela de Policía ha aprendido en cada
ciudad en la que ha estado, a laborar a favor de la ciudadanía. El arcoíris de
culturas a los que ha tenido acceso, desde lo frío y conservador del interior,
a lo caluroso y alegre de la Costa, le han dado a conocer la cara amable del
país.
Pero bien dice que no
todo es color de rosa, la muerte de su hermana lo marcó para siempre, pues para
él media vida se murió al enterarse de su muerte, pues su hermana Ana
Santiesteban Pérez, fue siempre la alegría de la casa y al abandonarlos, quedó
un espacio vacío, pero agradece a la vida que le dio una gran hermana que nunca
lo abandonó.
Día a día Luis Alfredo se
levanta a las 5 a.m. se toma su café cargado, se despide de su esposa e hijo y
emprende su camino para el trabajo, el cual es trabajar para el bien de la
comunidad en el CAI de El Rodadero, ayudar al turista y mostrarle que cuentan
con seguridad para poder disfrutar de las zonas turísticas de Santa Marta.
Es curioso como él llega
a contagiarte de su alegría al recordar repetitivamente ese hermoso momento en
el que con honores se graduó, ese mismo en donde su vida comenzó a renacer y su
familia recobró la alegría que los caracterizaba.
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