lunes, 24 de noviembre de 2014

Crosthwaite Paula, Crónica sobre un personaje


No todo lo que brilla es oro.

Las vueltas que da la vida

Pocos saben la suerte que el destino depara.

Por: Paula Crosthwaite.

Celar los colegios de Santa Marta siempre ha sido su trabajo, vigilar los lugares donde los jóvenes promesas de la ciudad llegan cada día a estudiar, es su prioridad Andrés Torres Rodríguez de 45 años, moreno de estatura promedio, se levanta todas los días con el conocimiento que gracias a su trabajo, el colegio que actualmente cuida en el barrio el Pradito siempre estará en las condiciones que se merece.

Andrés siempre ha sido considerado como una persona humilde, que siempre ha velado por los interese de su familia, su bienestar y ante todo la tranquilidades de su trabajo, el cual siempre le ha dado la oportunidad de conocer personas que se han convertido en parte fundamental de su vida, todas las mañana despierta, se baña, se cambia y se dispone a llegar a la mesa a tomar el desayuno.

Un hombre que lleva  20 años de celador como su  profesión, en los cuales siempre ha encontrado altos y bajos, buenos y malos momentos, que le han llevado a pensar que ese trabajo no es el indicado para su  bienestar, su familia siempre le ha reprochado el por qué escogió un trabajo tan peligroso y arriesgado, lleno de responsabilidades, pero para Andrés no importan los riegos es un trabajo que él decidió ejercer en toda su vida.

Un cambio drástico

El primero de agosto del 2012 a Andrés Torres le cambio la vida de todas las maneras posibles, Dios coloco en su camino a un vendedor de lotería del Valle  al cual siempre todas las mañanas le compraba un billete de lotería con la esperanza de poder darle a su familia un mejor bienestar por medio de la suerte; y fue así como Andrés conoció las desgracias de la lotería y el azar, ganarse la lotería con el número que él jamás pensaría que ganaría el 1872 de la serie 007, fue el billete de la felicidad no alcanzada.

Luego de salir del lugar donde Andrés recibió el dinero de su lotería, llega a su casa le cuenta a su esposa e hijos que Dios lo había bendecido con el hecho de ganarse la lotería para poder cambiar su manera “marginal” de vivir  como así lo describía su esposa Lucia Hernández que renegaba siempre de la manera como vivían sin lujos algunos y siempre tener que estar prestando para poder vestir acorde a la sociedad.

Pero aquí fue donde Andrés entendió que unos millones no siempre son la felicidad, al recibir esos millones y guardarlos en su casa debajo del colchón que para él era el lugar más seguro en todo el mundo, dejo entrar a el peor sentimiento del ser humano, la avaricia.

Una semana después de Andrés haber recibido el dinero  su esposa decidió que tomar algo de ese dinero sería darse una recompensa por tantos años pasando trabajo y soportando malos momentos, tomo la mayor parte del dinero que pudo y emprendió una huida con sus dos hijos, pero su esposa no sabía un dato clave de la vida de su esposo, Andrés había renunciado a su trabajo para poder descansar un poco y disfrutar del dinero junto a su familia.

A la noche cuando Andrés llego a su casa encuentra  que su esposa ni sus hijos estaban en casa y que la mayor parte del dinero tampoco se encontraba donde los había dejado, y decide salir a buscar a su esposa por todos lados pero no corre con suerte puesto que sus vecinos le dijeron que ya hace horas habían salido y que era imposible que estuviesen cerca; Andrés desesperado sin saber que hacer coge el poco dinero que tiene y decide guardarlo en un banco para poder tenerlos como ahorros.

Su matrimonio y su vida dieron las vueltas que ni el mismo destino querían para él, de un momento a otro Andrés había perdido las cosas más importantes de su vida su familia y el trabajo que con tantos años de lucha había conseguido mantener, pero su confianza por el dinero que tenía en su casa y ese mismo dinero le quito todo lo que tanto había cuidado.

Desde ese momento de su vida, entendió que el dinero no siempre será la felicidad para una familia que así como te puede unir también la puede separar en cuestión de minutos.

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