jueves, 27 de noviembre de 2014

Pinto Dayana, Crónica sobre un partido de fútbol, un concierto o una tarde de hospital


Un partido que deja huellas

La emoción que se vive al entrar a un estadio es indescriptible, y más cuando para un hincha significa todo.

Todo empieza cuando aún el marcador estaba cero a cero, ninguno de los dos equipos marcaban gol. La ansiedad de las personas se podía percibir, la bulla de los hinchas por animar a su equipo era inigualable, el ruido que se hacía con esos pitos y bocinas era impresionantes, a algunos les molestaba pero para otros eso era música para sus oídos.

Miguel José Urbina, un joven con tan solo 21 años de edad, no se pierde ningún partido de su equipo favorito, el Unión Magdalena. Aún recuerda su primer partido el cual fue en compañía de su padre. La emoción que este le transmitía era única, comenta que no había conocido a un hincha tan apasionado por su equipo como su padre; eso fue lo que hizo que creciera cada día más su amor hacia el equipo.

Ver como cada jugador lucha por sacar adelante a su equipo es difícil de decir, pero basta ver el amor y el empeño que estos ponen para que sus fanáticos no se vayan decepcionados del partido. A veces se ve la brusquedad que tienen algunos jugadores contra los otros, tanto es así que algunos suelen salir lastimados.

En un partido de futbol se ve de todo, riñas entre las barras bravas, pero afortunadamente todo esto está siendo controlado por las autoridades; ya que antes, las peleas que se ocasionaban después de cada partido entre las barras bravas eran impresionantes.

Pero por fin llegó el momento que todos estaban esperando, el gol que tanto anhelaban y que por fin su jugador estrella lo hizo. La alegría no se esperó y era de esperarse que los que le iban al equipo en contra, algunos se enojaran y otros se entristecieran.

En un partido de futbol también se ven los vendedores de comidas rápidas, algunos llevan un chaza colgada de sus cuellos, en algunos se puede notar el cansancio en su cara pero en otros la alegría de poder estar ahí acompañando a su equipo del alma sin importar las condiciones. Así como dicen algunos: “así llueva o relampaguee estaré  apoyando a mi equipo hasta el final”, son sentimientos que un verdadero hincha siente.

“No importa como termine el marcador”, dice Miguel, lo único que importa es salir con la satisfacción de ver como juega su equipo, porque no es solo estar con el equipo en las buenas sino también en las malas.

Pero lo que se vive después de un gran partido es lo mejor, porque muchos salen a festejar en sus casas, la fiesta que se arman son tan buenas que hasta duran dos días de seguido. En algunas se arman peleas pero así mismo se arreglan, porque para ellos es más importante la unión.

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