Los
manilleros
Por: Olga Ortiz Barón
El 12 de agosto llegaban a la caribeña ciudad de Santa
Marta dos turistas con mochilas a los hombros, después de un viaje un poco
extenso y bastante agotador de aproximadamente 9 horas de trayecto, desde
Caracas, Venezuela, David y Marcela, eran
una pajera que a pesar de los años se podía percibir un amor aventurero entre
ellos, como el de los adolecentes en una película romántica.
Había una particularidad en esta pareja, algo que los diferenciaba
de cualquier otro turista u otro mochilero que llegara a conocer las maravillas
que podría ofrecerles la capital del Magdalena. David y Marcela, eran una
pareja de enamorados desenfrenados que disfrutaban su vida en cada momento viajando
por muchas partes del mundo.
Por otro lado, Marcela es una mujer pequeña y bastante
curiosa, de 42 años, con una sonrisa impactante de oreja a oreja, amable,
risueña y con mucho sentido del humor, nacida en la capital de Colombia,
Bogotá; tiene los ojos color marrón y el pelo semi corto de un color entre mono
y rojizo, llevando como vestimenta una bermuda de jean con una blusa blanca
y un chaleco en jean que le da un toque
de su personalidad a su forma de vestir.
Marcela y David, se habían ubicado en una banca del
camellón de la Playa del Rodadero, con un radio de hace ya varios años
sintonizando desde temprano una emisora informativa. Ambos llevaban colgados en
sus piernas hilos de macramé donde artísticamente y con la mejor vibra
positivan realizaban manillas para venderlas a las personas interesadas en
ellas.
Luego de llevar una vida en la capital del país,
decidieron emprender un viaje bastante largo donde pudieran recorres lugares
hermosos que posee nuestro planeta. Durante 5 años han llegado a varias partes
del continente suramericano como Brasil,
Perú, Ecuador y Chile, descubriendo paraísos terrenales los que ni en una
fotografía podrían mostrar todo su esplendor.
Para ellos hacer manillas representaba una forma de
supervivencia en el lugar que llegaban, era parte de esa experiencia de
realizar viajes con bajos recursos monetarios, de practicar el senderismo por
varios lugares del mundo, puesto que al expresar sus capacidades manuales a
través de la confección de este accesorio obtenían a cambio un poco de
estabilidad en ese zona donde llegaban por un tiempo determinado.
A Santa Marta ya la conocían, pero aún así llegaron para
recorrerla una vez más, anhelando visitar el grandioso Parque Tayrona, y bastante
apreciado por todo aquel que lo visita en cualquier parte del año, ansiaban
volver a ese lugar mágico como si fuera la primera vez que van a descubrir las
maravillas que hay detrás de su nombre.
Como pareja los mantenía unidos un inmenso amor de muchísimos años, pero también una filosofía de vida y la pasión por ir detrás de aventuras y lanzarse a conocer el mundo como saltando de un paracaídas. Su próxima parada: Irlanda.
Como pareja los mantenía unidos un inmenso amor de muchísimos años, pero también una filosofía de vida y la pasión por ir detrás de aventuras y lanzarse a conocer el mundo como saltando de un paracaídas. Su próxima parada: Irlanda.
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