jueves, 20 de noviembre de 2014

Jiménez Yiseth, Crónica de El Rodadero


Ideas creativas y auténticas
Retratos del alma

Marlene Gutiérrez, una mujer con un don en sus manos. 
Por: Yiseth Jiménez

Marlene hoy pudiera estar en los grandes escenarios exponiendo sus pinturas, aun siendo más famosa que Julia Merizalde, Escultora y pintora colombiana nacida en Bogotá. Especialista en Historia del Arte del siglo XX. Sus  obras han sido expuestas en las galerías Museo, Alonzo Arte, Skandia, San Diego. Pero la vida para Marlene ha sido totalmente distinta, es especialista en retratos del alma, sus obras han sido expuestas en las mejores galerías, las de la calle, recorre más de 20 galerías por año, expuesta a los acelerados tiempos y a los  32° C diarios de Santa Marta.

Una santandereana de 38 años que su  felicidad no está en ganar 615.000 pesos mensuales como todo colombiano que subsiste con un salario mínimo, a ella le basta conseguir lo del día para pagar el  arriendo y devengar su sustento diario. 

Tal vez es suerte o casualidad pero hoy tiene su propia galería, con más de 500 metros de largo, con  un ambiente cálido pero a la vez húmedo,  acompañada del sonido armonioso del mar que se acopla como una gran orquesta y la brisa violenta que hace de su galería la Perla del Caribe y de su escenario el Rodadero.

Es 24 de agosto del 2014 y el ambiente cambia cuando se hacen las cuatro de la tarde y la competencia aparece mientras su galería se  llena. Es evidente la magia que logra hacer con sus ojos cuando se conecta con algún cliente, en cuestión de segundos surge el poder de convencimiento que es eficaz,  con su mirada cauta observa mientras pinta lo que ve en el alma.

La luna ilumina sus obras y el  tinto  la acompaña a una extensa jornada de trabajo. “No se necesita sacar citas ni esperar, en 20 minutos hago un retrato” señala Marlene. Su público es versátil, critico y en ocasiones grosero e imponente, pero son clientes, “el secreto está en dejarlos satisfecho”.

Mientras ella espera a que lleguen los clientes su esposo sale a orillas del  mar a ofrecer las pinturas  soportando el dolor y la hinchazón de sus pies que gracias al  caminar en un terreno inestable le causó Tendinitis, “Él dice que no puedo ir a caminar a vender porque me faltan el respeto”.

Marlene con sus ojos vidriosos, su voz temblorosa afirma que, “hay días en los que nos  vamos con poco, la gente es viva y egoísta”.

Como toda joven soñó con un buen futuro, con una vida color de rosa, y como la realidad de miles de colombianos, le tocó salir a sus tiernos 16 años de su casa a las calles para subsistir, llevando una vida luchada con terror y temblor.

El alma es como todas esas piedras brillantes y opacas, preciosas y brutas, que brillan a través de los ojos, que se opacan por medio de la amargura, y se reflejan como diamante en la vida de las personas.

Son esas piedras que toman una forma, la cual Marlene Gutiérrez empieza a darle color, textura, matices, trazos gruesos y delgados, fuertes y suaves, retratos más finos que otros, con ojos azules y otros negros, pómulos pronunciados y otros que ni se distinguen, rostros distintos, que son los retratos del alma.

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