Retratos del alma
Marlene Gutiérrez, una mujer con un don en sus
manos.
Por: Yiseth Jiménez
Marlene hoy pudiera estar en los grandes escenarios
exponiendo sus pinturas, aun siendo más famosa que Julia Merizalde, Escultora y
pintora colombiana nacida en Bogotá. Especialista en Historia del Arte del
siglo XX. Sus obras han sido expuestas en
las galerías Museo, Alonzo Arte, Skandia, San Diego. Pero la vida para Marlene
ha sido totalmente distinta, es especialista en retratos del alma, sus obras
han sido expuestas en las mejores galerías, las de la calle, recorre más de 20 galerías
por año, expuesta a los acelerados tiempos y a los 32° C diarios de Santa Marta.
Una santandereana de 38 años que su felicidad no está en ganar 615.000 pesos mensuales
como todo colombiano que subsiste con un salario mínimo, a ella le basta
conseguir lo del día para pagar el arriendo y devengar su sustento diario.
Tal vez es suerte o casualidad pero hoy tiene su propia
galería, con más de 500 metros de largo, con
un ambiente cálido pero a la vez húmedo,
acompañada del sonido armonioso del mar que se acopla como una gran
orquesta y la brisa violenta que hace de su galería la Perla del Caribe y de su
escenario el Rodadero.
Es 24 de agosto del 2014 y el ambiente cambia cuando se
hacen las cuatro de la tarde y la competencia aparece mientras su galería se llena. Es evidente la magia que logra hacer
con sus ojos cuando se conecta con algún cliente, en cuestión de segundos surge
el poder de convencimiento que es eficaz,
con su mirada cauta observa mientras pinta lo que ve en el alma.
La luna ilumina sus obras y el tinto la
acompaña a una extensa jornada de trabajo. “No se necesita sacar citas ni
esperar, en 20 minutos hago un retrato” señala Marlene. Su público es versátil,
critico y en ocasiones grosero e imponente, pero son clientes, “el secreto está
en dejarlos satisfecho”.

Mientras ella espera a que lleguen los clientes su esposo
sale a orillas del mar a ofrecer las pinturas
soportando el dolor y la hinchazón de
sus pies que gracias al caminar en un
terreno inestable le causó Tendinitis, “Él dice que no puedo ir a caminar a
vender porque me faltan el respeto”.
Marlene con sus ojos vidriosos, su voz temblorosa afirma que,
“hay días en los que nos vamos con poco,
la gente es viva y egoísta”.
Como toda joven soñó con un buen futuro, con una vida
color de rosa, y como la realidad de miles de colombianos, le tocó salir a sus
tiernos 16 años de su casa a las calles para subsistir, llevando una vida
luchada con terror y temblor.
El alma es como todas esas piedras brillantes y opacas,
preciosas y brutas, que brillan a través de los ojos, que se opacan por medio
de la amargura, y se reflejan como diamante en la vida de las personas.
Son esas piedras que toman una forma, la cual Marlene
Gutiérrez empieza a darle color, textura, matices, trazos gruesos y delgados,
fuertes y suaves, retratos más finos que otros, con ojos azules y otros negros,
pómulos pronunciados y otros que ni se distinguen, rostros distintos, que son
los retratos del alma.
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